lunes, 23 de febrero de 2009

PONCE Y LA PONCINA

DE PITÓN A PITÓN

PONCE Y NOTARIO

Por Eugenio Guerrero

PITÓN DERECHO La manera en que toreó Ponce el segundo domingo de febrero de este 2009, necesitaba (Y lo tuvo) un Notario para que diera fe de lo que es torear, no dar pases. Se barruntó la conmoción cuando hizo que se taparan los peones para luego dar aquellos lances con el capote al débil y cumplido Notario. Si Usted vio esos lances iniciales recordará que era tan sutil el plan para cuidar al toro que los mismos narradores de la imagen visual dijeron que eran verónicas. Vieron el principio, pero no el final. Va la explicación. El estilo Ponce es templar la embestida desde que la recoge con los vuelos del capote o de la muleta. Empezaba sí, tomando con la orilla del capote las puntas del toro como se inician las verónicas, en el caso de Ponce, como dijimos, desde ese momento las templa y luego que atraía al toro al centro de la suerte manteniendo la suavidad empezaba a elevar las muñecas para que al salir no humillara demasiado y terminaba con un movimiento paralelo con la cintura y capa hasta concluir con suavísimo mandil. Así lo hizo varias veces. Que ahorro de capotazos y que bien cuidó la debilidad y lo hizo tan bien que fueron decenas de pases.

PITÓN IZQUIERDO Los que sólo vimos la proeza de esa tarde dominical, en la llaneza bidimensional de la pantalla del televisor, apenas podemos imaginar la emoción de haber estado en el mundo pentadimensional (largo, ancho, alto, tiempo y el clamor de los aficionados) de los afortunados asistentes. Eso es perderse la historia y me la perdí. Luego el momento de la dosantina con el compás flexionado y la tersura del cambio de mano templando la embestida en círculo, que por algo el círculo es el símbolo de la eternidad.

PITÓN IZQUIERDO, OTRA VEZ En los preparativos de ese pase, Ponce de espaldas, oscila el cuerpo sobre las rodillas flexionadas alternadamente como para indicarle al toro como va a ser recogido. Luego toca al toro y éste sigue el sendero trazado. Cuando lo tiene al frente, cambia el peso del cuerpo en la otra pierna y desliza la muleta a la mano izquierda para darle la salida circular al toro de lenta obediencia. También en algunas ocasiones esplendentes Manolo marcaba el recorrido del pase frente al toro atento. Ensayaba con lentitud dos o tres veces el lance y luego tocaba al toro y éste acudía dócilmente sobre la ruta marcada previamente. Eso es dominio sobre el toro. Ponce está en su momento de madurez artística, no molesta a los toros pero los somete al reino de la lentitud y sentimiento donde él oficia.

PITÓN DERECHO Para muchos eso es jugar con un toro domesticado, es un ejercicio de memoria con animales adiestrados. Lo que debiera ser, dicen los inconformes, es pararse frente a un toro inédito. Un toro agresivo, con edad, casta, bravura, cornamenta seria. A ver si se lo enreda en la cintura. Para otros no, Ponce lo que hizo fue torear con el toro que la afición, es decir la mayoría de los asistentes, quiere. Prueba sería el hecho incontrovertible que la mayoría aplaudió, gritó “Torero, torero”, y lo sacó en hombros. Lo que pasa, dirían los fundamentalistas, es que no hay afición, hay una muchedumbre que aplaude, hay una masa que paga y que es consumista de espectáculos y que por lo mismo, no tiene idea de lo que es el arte.

PITÓN IZQUIERDO A unos les preguntaríamos, ya que es tan fácil hacer eso con esos toros de utilería, ¿Por qué no lo hacen más seguido los toreros? ¿Cuántos años tiene Ponce toreando más de cien corridas por temporada, en España? ¿Cuál es el tamaño de los toros españoles que le han permitido a Ponce ser allá también figura?

PITÓN DERECHO Le acreditan a Adolfo Ruiz Cortínez, taimado jugador de dominó, la frase que en este momento nos cae como perro despistado a la taquería, El mejor jugador de dominó tiene que demostrarlo con las fichas que le toquen. Ponce no es el torero que tenga que esperar el toro a modo. Es un torero que torea lo que le salga. Por supuesto que no siempre agradará, pero no desluce. Es un torero que si le preguntáramos a Nietzsche lo llamáramos artista apolíneo, por ser creador de bellezas estructuradas técnicamente. La otra parte del dualismo Nitzscheniano, sería José Tomás creador de bellezas a partir de la emoción, del arrebato sumiso, de la entrega a la muerte merodeante, lo que lo etiquetaría como Dionisiaco. Cuando uno ve a Ponce, no piensa en la muerte, cuando se trata de José Tomás, sí.

PITÓN IZQUIERDO Con Notario y la multitud entregada en una emoción compartida, con él, Ponce rebosó la tarde. Por los imprevisibles los extraños fogonazos de la memoria recordó ora tarde de él. El 23 de mayo del 2005, este aficionado vio como lo trataron en Las Ventas, haciendo burla a él y de El Juli y también, pero no tanto, a El Zotoluco. Ninguno de los tres embelesó al respetable. El sarcasmo periodístico del día siguiente fue que, como no eran los toritos de la México, los toreros no pudieron. La verdad es que ninguno naufragó. Pero el trato fue tan desviado que se escribió mal de la fiesta de toros mexicana y no de una tarde de malas para las figuras. Desde entonces ya no tuve dudas: Ponce y El Juli eran toreros mexicanos nacidos en España. Con frecuencia tratados como mexicanos y con algunas gotas de destilado carpetovetónico, porque mucho de su arte de temple y duración empezó a florecer en el campo y bajo los retumbos de los óles de las plazas mexicanas. Este cartel debemos rematarlo con José Tomás quien confiesa ser torero mexicano en el libro autobiográfico...XXX.

DESPLANTE Pero regresemos con Ponce y Notario. Entre ambos crearon la sucesión de imágenes que anidaron en la retina, en el corazón, en el recuerdo, en lo henchido de los pulmones. Que faena hizo Ponce en esa proeza y además, tuvo la virtud de torear sin sorprendernos, porque sabíamos cuando estaba a mitad del pase por qué lo había hecho así, todo quedaba en su lugar, todo detalle tenia un porqué, todo obedeció a una justificación. Como cuando se planta uno ante una escultura perfecta. Todo está en su lugar. Así Notario, Ponce, el movimiento, la tela, las zapatillas, la muñeca, el estoque, el óoole, todo estuvo bien. Y ahí quedará. Nadie puede borrar la hazaña. Fue perfecta en el pasado domingo 8 y seguirá siendo perfecta en los recuerdos futuros, aunque suene raro. Son los recuerdos del porvenir.

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